Y el sonido del enorme reloj en la sala
prendía fuego a sus más íntimas alusiones
no hizo más que tomar esa botella casi vacia
y terminó con la última gota de alcohol,
había un silencio que enmudecía su anarquismo
pero el sonar del péndulo retumbaba por toda su casa
lo enloquecía y desesperaba,
con su mano apenas si pudo sacar un tabaco arrugado
lo prendió e inhaló,
esa noche parecía nunca terminar
esperaba con ansias el inicio del mañana
pero nunca llegaba.
Aunque su cabeza descansaba en su sillón favorito
no se sentia agusto sino abrumado y frustrado,
fue cuando ipso facto tomo la primer cuerda a la mano,
misma que ya tiempo atrás había preparado
y sin pensarlo la puso en su cuello
quería dejarse caer y terminar con su tormento
pero aun cuando la intensión más terminante acogía su garganta
recordó un detalle que impedía continuar,
detalles, siempre pensaba en los detalles
pero esa vez sólo se había dejado llevar.
Sin tener de donde anudar la cuerda, se sentó,
puso sus manos cerca de sus labios
el plan perfecto para la buscada supremacía,
que se interrumpió por su más íntima apatía,
él sabía que debió haber pensado en todo,
tal vez no quería terminar sino simplemente
tener un placebo que le recordara su anhelo,
y seguía sentado, dando vueltas a la conciencia
y entonces, fijó su mirada en el enorme reloj
ya era tarde, el día que quería acabar era ayer,
pero hoy, seguro lo volverá a intentar.
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